Abstracto,
como una mota de polvo al microscopio
o esa prisión de enfrente, a media oscuridad,
por donde vuelan ocres las caricias y sobresalen
las palabras nunca pronunciadas.
Todo es abstracto,
hasta esta tinta con la que escribo
garabatos a la luz de un bostezo,
las sombras que acarician la noche y sus naufragios,
los sueños de anteayer donde todavía tenías manos
y el mundo
se nos quedaba del tamaño de una mariposa.
Esta noche los dedos se me antojan fantasmas
serpenteando por las esquinas
de un viento cartón pluma,
al borde de todas las enjundias,
paralelos a cualquier afirmación y parapléjicos
al despertar de un autorretrato.
Solo hay líneas rebozadas en niebla,
trazos despistados curvándome los ojos
y con el tuétano infectado de semillas de amapola,
manchas gangrenándose en el fondo de un instante azul,
tan azul
que el cielo ha perdido su originalidad
y las nubes no son más que doloridas criaturas
limosnando un beso.
Todo es abstracto,
extranjero al bosquejo del camino,
con espinas y dientes nacidos de un péndulo
y ramilletes de brazos escoltando las horas,
todo es lejano,
inspirado en un libro de piratas
con protagonistas abstemios
y parches en las tripas.
Todo, hasta este amor que siento
y que escayola mi alma
a distancias mayores de un centímetro,
huele a óleo recién plantado y las raíces
destilan frutos añejos con relieves fingidos.
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