Persiguiéndote
he llenado mi vida de anécdotas mustias
y amores de plástico,
incluso tuve, alguna vez, una estrella fugaz
como mascota.
Caminé hasta el final de todos los mundos
creados a diario
por la imaginación de un extranjero
en tierra propia,
herí de muerte a muchos mares
y respiré
cada una de las insensateces de un verso
cautivo en las entrañas.
Persiguiéndote olvidé las migajas de vuelta,
me perdí entre telarañas y naufragué
en tantas islas que ya no sé quién soy
ni a qué sabe un sueño sedentario.
Desprecié toda huella, toda sombra
que me hiciera girar sobre mí misma,
aborté mil sonrisas,
congelé las tangencias
que intentaron derretir mis brújulas antiguas
con sus piernas cruzadas.
Y heme aquí con todas mis conquistas,
una bola del mundo bajo el polvo,
el querer intacto
y las manos vacías.
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