"...es que esto de escribir es un dolor que nos viene horadando de continuo, que nos nace de pronto como nace de nuevo un corazón que estaba muerto..."
"Vicente Martín Martín"
"Vicente Martín Martín"
viernes, 28 de junio de 2013
Cuarenta y siete segundos
Cuarenta y siete segundos
para edificar la madrugada en tus pupilas,
renacer en siembra
y morir desangrada
por el rojo filiforme de una amapola.
Cuarenta y siete
para forzar la inclinación de un sueño,
llenar los miedos de acueductos
y desnudarte
al destello nocturno de una concha en la
arena.
Menos de un minuto,
en mitad de una vida por olvidos,
para enamorarte,
para plegarme en esquirla de horizonte
y engendrar auroras con tus labios,
para presentarte, uno a uno,
todos los girasoles de julio,
dar la vuelta al mundo en una gota de lluvia
y mancillar cada blancura de invierno
con el rubor de tus pómulos.
Y ser por una vez
bajo el umbral postizo de esa grieta entre el
vértigo,
ser teorema, oración,
última voluntad de un huérfano
o súplica
de una historia sin término
en el vientre concéntrico del purgatorio.
Cuarenta y siete segundos para navegar
allí donde los escarabajos dejan de luchar
por darse la vuelta.
lunes, 24 de junio de 2013
Decirte que te amo
En la noche
cuando los cipreses columpian a los muertos
bajo una luna de plástico,
cuando el silencio vomita manantiales
de versos insumisos
y las auroras van turnándose el tiempo
para no encandilar a las lechuzas.
En ese instante solo
en que la luz dibuja los contornos
de cuanto no existe,
donde un abrazo se yergue en catedral
y un rezo inventado devuelve toda fe
en los pasos perdidos.
En esa mazmorra de egos malformados
es cuando me nacen alas
y vuelo anárquica, rebelde,
a buscar caminos por tus párpados,
a besarte libre, sin más carga
que un corazón
y una flor contrahecha en los bolsillos.
Sólo allí me desdibujo para ser bosquejo,
línea,
mera bisectriz de un imposible
y
decirte que te amo.
domingo, 23 de junio de 2013
En el envés de un beso
En el envés de un beso la noche,
la mirada proscrita
en el vértice de una estrella en los huesos.
Palabras que no cesan de suicidarse
entre la arena de un reloj sin tiempo,
silencio, más silencio
y una brújula disléxica en los párpados
con que soñar la vida.
Allí donde los muertos se visten de arrecifes
y las olas columpian los desvelos,
donde los juncos son barrotes
de una cárcel a medias
y los grilletes guían la sombra del cautivo.
Es allí, en el envés de ese beso que nunca nos dimos,
donde bebo cada insomnio
el sabor de tus labios.
la mirada proscrita
en el vértice de una estrella en los huesos.
Palabras que no cesan de suicidarse
entre la arena de un reloj sin tiempo,
silencio, más silencio
y una brújula disléxica en los párpados
con que soñar la vida.
Allí donde los muertos se visten de arrecifes
y las olas columpian los desvelos,
donde los juncos son barrotes
de una cárcel a medias
y los grilletes guían la sombra del cautivo.
Es allí, en el envés de ese beso que nunca nos dimos,
donde bebo cada insomnio
el sabor de tus labios.
martes, 4 de junio de 2013
Persiguiéndote
Persiguiéndote
he llenado mi vida de anécdotas mustias
y amores de plástico,
incluso tuve, alguna vez, una estrella fugaz
como mascota.
Caminé hasta el final de todos los mundos
creados a diario
por la imaginación de un extranjero
en tierra propia,
herí de muerte a muchos mares
y respiré
cada una de las insensateces de un verso
cautivo en las entrañas.
Persiguiéndote olvidé las migajas de vuelta,
me perdí entre telarañas y naufragué
en tantas islas que ya no sé quién soy
ni a qué sabe un sueño sedentario.
Desprecié toda huella, toda sombra
que me hiciera girar sobre mí misma,
aborté mil sonrisas,
congelé las tangencias
que intentaron derretir mis brújulas antiguas
con sus piernas cruzadas.
Y heme aquí con todas mis conquistas,
una bola del mundo bajo el polvo,
el querer intacto
y las manos vacías.
he llenado mi vida de anécdotas mustias
y amores de plástico,
incluso tuve, alguna vez, una estrella fugaz
como mascota.
Caminé hasta el final de todos los mundos
creados a diario
por la imaginación de un extranjero
en tierra propia,
herí de muerte a muchos mares
y respiré
cada una de las insensateces de un verso
cautivo en las entrañas.
Persiguiéndote olvidé las migajas de vuelta,
me perdí entre telarañas y naufragué
en tantas islas que ya no sé quién soy
ni a qué sabe un sueño sedentario.
Desprecié toda huella, toda sombra
que me hiciera girar sobre mí misma,
aborté mil sonrisas,
congelé las tangencias
que intentaron derretir mis brújulas antiguas
con sus piernas cruzadas.
Y heme aquí con todas mis conquistas,
una bola del mundo bajo el polvo,
el querer intacto
y las manos vacías.
domingo, 2 de junio de 2013
Noche
El centro del mar, así es la noche hoy,
un vaivén tranquilo, sosegado y húmedo
donde fingirse náufrago de los días,
una paz salada en las comisuras,
una sombra elástica con timón de humo
y una golondrina sin venir a cuento.
Es la noche, el silencio eterno
y la palabra exacta,
la música quieta, el reloj rebelde,
los ojos a medias y el alma injertada
en las alas de un insecto.
Tú, la noche inmensa y tú, con
su inmensidad cuajada en tu cintura,
tú desgranándote en las farolas,
en las resacas de la luna
y en el vientre azul de las luciérnagas.
Tú y el mar, con las caracolas murmurándote
en el pelo,
con el rumbo a tientas y la infinitud
del horizonte entre tus labios.
La noche, el mar y tú,
hermosa trilogía del alma para vivir
sin prisas por la aurora.
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