Si te dijera
que de un tiempo a esta parte
los juncos visten trajes de ballet y los sueños
se me han poblado de abejas insaciables,
que los bolsillos me rebosan libélulas
y los ojos se me han quedado tan pequeños
que he empezado a contemplar las auroras
con los labios.
Si te dijera
que he tirado a la basura los abrazos superfluos
y ahora visto con besos imposibles,
que acaricio los filos de la almohada cada noche
y las estrellas son cáscaras encendidas
de un solo deseo.
Si encontrara el valor suficiente entre los escombros
de esta oscuridad dormida
y te explicara la razón de las brújulas
que adornan mis sábanas
comprenderías
porqué me han nacido alas en la espalda
y no encuentro el lugar exacto donde alzar el vuelo.
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