Nubes alrededor
que no dejan ver la noche,
como un manto de luciérnagas muertas
atravesando un sueño torcido.
Escenarios sin rostro, sin guion
y una estampida de marionetas ciegas
dibujando el tiempo.
Y yo sola, tan sola
que la música se crece en cada esquina
donde no permaneces,
esa música angosta, infinita,
con la que morir muy despacio
y no dejar ni el rastro de la escarcha.
Teatro y nubes,
la vida misma sobre un tablón en falso
para despedirse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario