"...es que esto de escribir es un dolor que nos viene horadando de continuo, que nos nace de pronto como nace de nuevo un corazón que estaba muerto..."
"Vicente Martín Martín"

jueves, 26 de mayo de 2022

Lo que sienten los pájaros. Premio "Mercedes García" (Alhendín, Granada)

 

Tu sueño es una estatua en el jardín

de espaldas a la puerta,

mordida por el tiempo y los gorriones,

herida por la hiel de los inviernos

que hicieron de su rostro

lienzo inhóspito.

 

Trasluz en primavera de arreboles en celo,

sumergida su ascua renacida

en delirio perpetuo.

 

La vida no fue lo que pensabas

o quisieron contarte,

no hay castillo de arena que soporte las olas

cuando la sed las yergue,

ni piel lo suficientemente gruesa

para vencer la muerte.

 

En algún momento soñaste catedrales,

viste en ti

ese arbotante imprescindible

y, de repente, tu mundo es un jardín

atestado de rosas en ruinas y un banco,

sin color definido,

jurándole al atardecer una revancha.

 

No,

no pensabas que la vida era esto,

pero el reloj no para

ni el corazón tampoco.

 

Y esa estatua de ojos insondables

te desdice al mirarla,

te sonroja y señala

con sus dedos de nadie.

 

Solamente tú sabes lo que sienten los pájaros.

 

martes, 17 de mayo de 2022

Además del abismo

Ahora que se duermen las aceras y nos cabe

la madrugada en un vaso,

que la cama es temblor y tras los ojos

se superponen todas las miradas,

que te vas evaporando bajo los sueños líquidos,

como una estación de tren desordenada

en mitad de un olvido

en blanco y negro.

 

Ahora es cuando hueles a hogaza recién hecha

y tus manos se derraman por los bordes,

cuando eres cientos y el viento en cada una

llevándose un deseo para bailarlo lejos,

el mundo se engalana de certezas

y el camino

desenreda sus curvas con tus pasos.

 

La noche tiene algo además del abismo,

la fuerza y el deseo de saltarlo

y no sobrevivirlo,

unos escalando,

otros hacia el fondo,

otros, simplemente,

esperando.

 

 


miércoles, 19 de diciembre de 2018

Suficiente. 2º premio "Mujerarte" de poesía (Lucena, Córdoba)


Hoy ha llegado muy deprisa,
con su estela de cenizas dispersas y una niña
hecha abismo.

Hace sólo un rato yo tocaba esa nube
que alimentara las rosas sin nombre,
tenía un camino en el bolsillo que llegaba hasta el fondo,
quería ser océano,
la última hoja del árbol más alto,
pensaba
en el futuro como un pentagrama
y en que una espalda era suficiente para despedirse.

El tiempo era un desierto deslizándose
al compás de la lluvia.

Hoy ha llegado de repente,
como llega el relámpago o ese golpe de viento
a cerrarte los ojos,
con su saco de huesos a remover la tierra
y su color distante.

Me miro las manos dibujando estos versos
y veo los minutos amontonados en ellas,
quizá más grandes, más lentas,
urdimbre de historias transparentes tejiendo el destiempo
bajo sus huellas.

Hace sólo una canción de aquella barra
donde bebíamos los sueños dobles y sin hielo,
cuando conspirábamos, ya casi nosotros,
por desahuciar al mundo para ocuparlo luego,
un trago
y el horizonte sacaba su bandera.

Hoy ha llegado sin quererlo y ha llamado a mi puerta
antes de que pudiera disfrazarme,
me ha encontrado desnuda y con la radio apagada,
con el reloj corriendo tras mis pasos
y un espejo lleno de cicatrices.

Le he pedido disculpas por la niña de ayer,
por todos los otoños en los que besé el suelo,
por esas despedidas que no lo fueron realmente
y me hicieron llevar esta armadura
de fantasma vencido,
por mis manos de arena edificando castillos
a varios metros de la orilla.

Hemos bebido un vino
y, más calmados, le he contado de mí,
de este rumbo incierto que no entrara en mis planes
y que es la propia vida,
de las noches contigo, de esos besos
que no entienden de brújulas y se abandonan
en la piel de las mareas,
de una nube inalcanzable deletreando mis rosas.

Le he dicho que soy feliz con lo que tengo,
porque sólo las lágrimas detienen el llanto
y el dolor la memoria,
porque hay veces que una caricia basta para tocar el cielo
y ningún disfraz puede ocultar una mirada
si es el corazón el que pone los ojos.

Porque aquella niña que soñaba ser océano
hoy es brisa pequeña
columpiando las olas.

Y es suficiente.


miércoles, 10 de octubre de 2018

Dormiré sin más


Hoy no estás y ha sido un día impreciso 
en color, en tiempo, 
de ésos en que los péndulos se cuelgan de una tregua 
y la noche es ajena 
como un quejido de sombra entre la niebla. 

Has venido a buscarme muchas veces 
al rincón inclinado 
donde escondo los olvidos tranquilos, 
las despedidas 
y el comienzo arenoso de todas las trincheras, 
me has mirado por dentro y te has marchado 
al trasluz de esa sed que no cabe en la boca. 

No he sabido guardarte en el silencio, 
la voz me pierde y las canciones 
me hielan los insomnios como escarchas en llamas, 
ni he podido encerrarte en esa lluvia 
que nos fundió los cuerpos tantas veces 
en los otoños pares. 

Hoy no estás y las cornisas 
se retuercen doloridas en la proyección de un párpado, 
la distancia es mi cuerpo 
y el viento me amontona en cada puerta 
un final de granito. 

Dormiré sin más, mañana 
quizá olvides el camino hasta mis sueños.


martes, 13 de febrero de 2018

Hazme un sitio en la cama


Podría escribir un poema al calendario,
a una silla, al trasluz de un delirio,
dedicar versos blancos a una estatua más blanca,
columpiar sinalefas en las ramas de un árbol,
rimar una boca con otra boca cualquiera,
despedazar las estrofas y lanzar sus esquirlas
a los pájaros hambrientos.

Bien o mal sería capaz de escribir de casi todo,
de hablar de casi todo,
de exprimir mi ignorancia hasta el límite,
de quedar en ridículo
inventándome un cuento para cada insomnio
o escalar cualquier hipocresía.

Pero no puedo hacerlo de ti y de mí,
no sin parecer idiota, sin serlo,
no acierto a pronunciarte sin que suene a rezo
mientras pecan mis labios,
a deletrear tu cuerpo sin derramar la tinta
sobre mi sed al borde.

No sé hacerlo, de veras,
no sé decirte que te amo con brillo en las palabras
ni ese tono de arena en la mirada.

Por eso me callo,

hazme un sitio en la cama…

martes, 17 de octubre de 2017

De alboradas cosidas, premio "Pastora Marcela", 2016



"De alboradas cosidas" es el poemario ganador del premio "Pastora Marcela" de Campo de Criptana, 2016. 
Consta de 21 poemas y está editado por la editorial Huerga y Fierro.
Si estás interesad@ en adquirir tu ejemplar puedes escribirme a mj_0977@hotmail.com.



Te diría

Te diría una ventisca,
la rabia de una espada agrietando
su raíz de piedra,
un olvido poco hecho.

Las palabras ya no cuentan,
no sirvió aquella súplica esdrújula
ni la conjugación en presente de mi llanto
para romper tu cáscara,
dejaron de importarte los susurros, las canciones,
todo cuanto fuera capaz de acariciarte.

Dejamos de sernos
como escancia la luna sus últimas gotas
en las noches a solas
o un dolor caminando a la par de ese infinito
que llevara tu nombre.

Aquí, ahora,
derramando este penúltimo otoño entre las sábanas
antes de dormirme,
sin voz que ofrecerte y una nostalgia rancia
en la mirada, vuelvo a abrazarte,
un solo instante,
casi sin querer,
mientras ruge la tormenta en los cristales.


martes, 3 de octubre de 2017

Un segundo antes del relámpago

Cuando la noche es acueducto, teorema
en que la longitud aletea como un pájaro
y las manos famélicas desafían
los estados de agregación de la materia.

En esa niebla espesa
donde sólo un susurro sabe abrirse camino
y las miradas son placas tectónicas,
donde el recuerdo es trinchera y el ansia templo,
donde el otoño albufera,
allí te espero,
con la misma sed de náufrago del primer beso,
la silueta torcida
y un racimo de lluvia entre los labios.

Para ser geometría inexacta te espero,
para errar de nuevo y darnos la espalda
un segundo antes del relámpago,
para decirnos sin voz
mientras el corazón grita su destiempo.

Con el mismo amor sin rostro
y el cauce dispuesto,
la boca y el corazón a oscuras,
así te espero,
con una cicatriz translúcida hecha abismo
y el miedo en la puerta,
con simientes en los ojos y una sábana blanca,
recién planchada,
en los bordes del alma.

En esa gota de lluvia herida en el cristal
y acosada de aliento,
allí,
desnuda nuevamente al olvido,
te espero.



jueves, 14 de septiembre de 2017

Me miras

A mi perra


Me miras,
apuntalas  mi rostro en tus pupilas
y te giras de nuevo hacia el balcón,
me sabes tuya y vuelas
con esas voces otras que no te dicen nada
hasta escuchar mis pasos
y venirme con los ojos inquietos
y el corazón de punta.

Sólo quieres la mano, la sonrisa,
ese tono distinto que te enciende por dentro,
la caricia promiscua y casi autómata
para entender la vida,
sólo un gesto te basta para cuajar el mundo.


Tal vez me estés amando como nadie lo hizo,
tal vez
nada fue más sincero en mis oídos
que tu idioma imperfecto,
tal vez yo no sepa decirte que te quiero de veras
sin parecer extrema, idiota,
o tangente a esos otros que dicen que me adoran
porque lo nombran tanto.

Por eso te escribo hoy,
por tu afán incansable en descubrirme
con el alma en los ojos,
por tu sueño tranquilo
y esa paz que te olvidas en mis manos
cuando la incertidumbre acecha,
por la bondad infinita que rebosas.


Son muchos los años, muchos los estantes
donde cubrir de polvo los recuerdos,
mucho el tiempo después para olvidarnos,
por eso déjame conservarte aquí, ahora,
en estas letras que conjugan los locos
a punto de dormirse,
y decirte que sí, que te quiero,
con el sosiego con que aguardan
los campos a la lluvia.

sábado, 2 de septiembre de 2017

Sé bien

Sé bien de los ríos, del viento,
de todo cuanto pasa y se dispersa,
de párpados cerrados explorando el insomnio
en busca y captura del escalofrío.

Sé de cuanto duele, de temblor,
de vacío,
de despedidas que no fueron realmente,
de arrecifes inversos,
de esperas redondas.

Sé de ti,
de la lluvia que fuiste, del tiempo
que vas pisando en cada huida,
de la ceniza que guardas en los labios,
de tu espalda pequeña,
del olor a cristal de tus abrazos,
de tus susurros de piedra.

Sé bien de tantas cosas a ras del suelo,
de tantas sábanas ásperas, de tantos trajes,
que he olvidado quién soy.

Ahora me columpio con las horas
como rama descalza,
sin camino ni horizonte a la vista,
con los hombros desnudos
y una huella sin rostro en la maleta.

Voy tras de mí, buscándome
en un sueño que no me pertenece,
pisando sobre los pasos perdidos,

hasta aprender de nuevo
cuanto quisiera olvidar por siempre.