Suena el violín
sobre la imaginación de un témpano
mientras el río tirita bajo mis pies.
Hace pocos meses estuvimos aquí, juntos,
como un par de notas que hoy se deshilachan
en la funda de guitarra de algún huérfano,
nos dijimos adiós
y firmamos un candado de censura eterna
Hace pocos meses todavía nos amábamos
como dos desconocidos a las puertas del cielo,
mis pestañas te parecieron grandiosas,
inabarcables,
capaces de soportar tus renglones torcidos
y todo un aguacero de horizontes indecisos.
Hoy vuelvo aquí, sola,
como una marioneta sin guion y una maleta
en cada lacrimal dolido,
vuelvo para encontrar el punto exacto antes de ti,
para escaparme de ti,
y no seguir dibujando espirales en la noche,
para sentir el frío, cualquier cosa
que no sean tus dedos encendidos en mis muslos.
Vuelvo para escuchar el violín
y dejarme morir entre sus notas
antes de que tu ausencia
acabe conmigo.
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