Algún día
He
visto nuestra ausencia en tus ojos esta tarde,
nuestro
no ser, esa lejanía inconclusa
que bate
sus alas en todos los finales,
he
sentido el miedo, el frío
de un
epitafio todavía impensable,
el
raquítico olor de nuestra historia
sobre
las hojas inertes de noviembre.
Todavía
nos besábamos
cuando
se han arrugado nuestros labios
y en el
pecho se nos ha acoplado un corazón antiguo,
me
mirabas y los párpados se te llenaban de estrellas,
transparentes
las órbitas,
para
arrastrarte allí donde la piel no sobrevive.
Algún
día no habrá nosotros
y este
amor que hoy nos une será otro dolor cualquiera,
otra
distancia, quizás
la
esperanza final de un suicida antes del pánico,
tal vez
la tangencia de una noche con los sueños.
O acaso
no seamos nada
y este
palpitar ciego que guía nuestro destino
desista
ante el silencio de lo eterno.
Algún
día la muerte fingirá no escucharnos
y se
lavará las manos con nuestras canciones.
Mirémonos,
pues, mientras los ojos sean nuestros
y el
sudor sea tan salado como un mar
bailándonos
la lluvia.
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