Nos quedaremos quietos mientras el mundo
gira su timón hacia el momento más triste,
abrazados bajo la piel,
regocijados entre las sombras chinescas de esas
almas
que nunca fueron nuestras.
Dejaremos
que nos acaricien la ausencia de camino al precipicio,
los veremos desfilar, uno tras otro,
con los cuerpos encendidos