Porque todo pasa…
Hay un beso en cada esquina
esperando las alas con que volar a tus
labios,
un quejido inaudible de montañas que se
parten
con una mirada al borde,
unos hombros desnudos que recuerdan
la perfección del canto de una piedra
a su paso, indeleble, por el agua.
Hay un café, un día naciendo
en la arista de un sueño compartido,
un te quiero disecado en cada labio
y la certeza
de un morirse mil veces en tu cuerpo.
Un muro también, sí,
donde el camino parece dislocarse
como un prisma desnudo al mediodía,
un muro que oculta las orquídeas
y adormila canciones,
el mismo que se expande en una lágrima
y que, algún día, contemplará en mi espalda
esa tormenta ajena alimentando
la agonía de los bosques.
Hay un muro, sí,
pero también el mar en tus ojos,
un sueño, un café
y un beso con alas al otro lado.
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