Hoy no estás y ha sido un día impreciso
en color, en tiempo,
de ésos en que los péndulos se cuelgan de una tregua
y la noche es ajena
como un quejido de sombra entre la niebla.
Has venido a buscarme muchas veces
al rincón inclinado
donde escondo los olvidos tranquilos,
las despedidas
y el comienzo arenoso de todas las trincheras,
me has mirado por dentro y te has marchado
al trasluz de esa sed que no cabe en la boca.
No he sabido guardarte en el silencio,
la voz me pierde y las canciones
me hielan los insomnios como escarchas en llamas,
ni he podido encerrarte en esa lluvia
que nos fundió los cuerpos tantas veces
en los otoños pares.
Hoy no estás y las cornisas
se retuercen doloridas en la proyección de un párpado,
la distancia es mi cuerpo
y el viento me amontona en cada puerta
un final de granito.
Dormiré sin más, mañana
quizá olvides el camino hasta mis sueños.