"...es que esto de escribir es un dolor que nos viene horadando de continuo, que nos nace de pronto como nace de nuevo un corazón que estaba muerto..."
"Vicente Martín Martín"

domingo, 6 de noviembre de 2016

Un desierto en la nuca

Me bastó un silencio entre las hojas secas para escucharte,
el sabor incoloro de tus besos de vidrio
en las noches de insomnio,
no hizo falta la música
de aquel acordeón translúcido rompiendo las palomas
que acotaban la plaza
para saberme a solas, muy lejos de los bordes.

El tiempo nos fue un sol demasiado pequeño
para cubrir la madrugada que tanto hicimos nuestra,
punto a luna, remiendo a estrella,
una en costuras que se construía a sí misma
en la esquina más voraz de nuestros sueños.

Ningún rezo pudo suplir los susurros,
eco en la catedral de nuestras bocas,
ningún dios que no supiera de cuerpos encendidos,
de magma sin perímetros en los ojos.

Me bastó un olor a nadie entre las sábanas
para erigir tu piel
sobre las rosas muertas del recuerdo,
una almohada sin rostro al que aferrarse,
un desierto en la nuca.

No pude con tus brújulas y me llevé contigo
como un norte destemplado que se olvida a sí mismo
sobre sus propios ejes, con la voz que se encoge
a sabiendas del grito que la abraza.

No fue necesario el invierno para cosecharnos,
ni un tiritar de muslos, muy a oscuras,
me bastó una canción sin letra
y la cicatriz de un cuadro
para volver a buscarte.

Premio Ateneo Mairena-Inés Rosales. 2015

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